Monday, October 22, 2012

La música se escabulle.


No se puede detener al tiempo ni  envolver  a la noche. La música se escabulle a la filosofía. Dice Nietzsche en el aforismo 250 de “La Gaya Ciencia”, llamado ”La noche y la música”:
Sólo de noche, en la penumbra de los bosques umbríos y de las cavernas, pudo alcanzar ese órgano del miedo, que es el oído, un desarrollo tan grande, merced a la forma de vida de la época del terror, es decir, de la época más larga de la historia de la humanidad. Cuando hay claridad, el oído es mucho menos necesario. De ahí el carácter de la música, arte de la noche y de la penumbra.”
Y entonces nos atrevemos a crear un mito en el cual la música bien pudo ser engendrada por Cronos y Nix: el tiempo y la noche.  La música como una entidad con cualidades divinas.“La música es un demonio” menciona Kierkegaard en el libro “lo erótico musical” y esa referencia nos lleva a Sócrates.  El daemon, sí,  esa voz interna que le repetía al filósofo creador de la  mayéutica: “Sócrates, ejercítate en música”, “Sócrates, ejercítate en música”. Si la música es como un daemon socrático, esa entidad invisible que sugiere cosas, entonces es también una incitación a  hacer, a crear. El daemon,  la voz de lo otro que soy yo  mismo, el pensamiento en movimiento,  la memoria caminando y creando formas, estructuras móviles; trayecto invisible,  abstracción del movimiento; el daemon- música un medio de acceso a una realidad alternativa a ésta realidad que habitamos; y un medio para transformarla.

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