Friday, November 04, 2005

Dos filósofos del dolor

“He puesto nombre a mi dolor, le llamo mi perro”
Federico Nietzsche.

“El dolor es lo mas bajo, lo mas corporal, lo siempre despreciado por una filosofía centrada en cuestiones espirituales, lo mas material que irrumpe en la filosofía”
Theodor Adorno

Dolor.

Buscar el conocimiento, saber que es la verdad, que la realidad. Búsqueda que se ha transformado en conquista. Conocer es poder, conocer es conquistar. Y esta conquista ha caído inevitablemente en el sin sentido, en el nublamiento de lo que originalmente fue el conocimiento.

La Estética, que en un principio era conocer por medio de los sentidos (sensibilidad). Hoy no es sino un entramado de ideas, ideas que derrumban a otras ideas, lucubraciones que ya nada tienen que ver con la percepción sensorial, con el sufrimiento de esta percepción, con los sentidos, con el cuerpo. Conocer al mundo es sentirlo, es sufrirlo, ser paciente, en el sentido de recepción. Recibir los embates de las cosas del mundo, de la realidad, de la naturaleza.

En esta época de especialismo, análisis, crítica, curaduría, mercadotecnia y comunicación masiva, las obras de arte, sobre todo las que tienen como fin lo masivo, están dosificadas, de esta manera nunca termina el proceso de consumo. Obras de arte light, rebajadas de conocimiento, de dolor, digeribles para las multitudes. Nunca termina el placer ni el sufrimiento, porque nunca comienzan. La razón imperante, lógica de mercado, aligera la carga del dolor, convierte a quien esta conociendo al mundo de paciente en agente, de pasivos a activos, no sentir dolor, es la máxima actual: contenerlo, controlarlo, darle forma, moldearlo para aligerar la carga y el sufrimiento. En otras palabras, conocer en apariencia, sentir en apariencia.

Pero esta la otra parte, la de la sensibilidad, la de quienes se mueven en el campo de la sensibilidad, y que llevan ventaja al filosofo que solo se mueve el campo de la razón, en el mundo del topos uranus. Pensar sobre lo bello a descansado en eso: en lo bello. La luz, la verdad, la bondad han dejado fuera lo otro: el campo del dolor, la maldad, la enfermedad, la locura, la fantasía, el delirio: categorías relegadas, excluidas y exiliadas, de la “vida” normal y saludable, de la historia e incluso del deseo de su percepción. A nadie le gusta el dolor…Y sin embargo lo sentimos.

La historia del hombre se ha fundado en el lado positivo, el del triunfo, de la salud, del bien, de la libertad. Pero existe el lado negativo, la otra historia, no contada por la razón imperante, sino por los artistas, las minorías, los vencidos. Esta historia ha sido enclaustrada por la razón saludable en el campo de la fantasía, de la ficción, la imaginación, fantasía o enfermedad del artista y filosofo.

Cuando en el arte, en el arte contemporáneo sobre todo, se rompen las convenciones lineales del tiempo, en literatura, en música etc., se produce una sensación de escozor, disonancia, desconcierto y rechazo a quien esta habituado a la lógica lineal, de mercado, de multitudes, lineal. Pero no por eso este es algo que hay que evitar. No, Hay que voltear al arte, hay que verlo, hay que sentirlo. Y más aún, hay que voltear al mundo, hay que verlo, hay que sentirlo.

Dos filósofos del dolor.

Dos filósofos del dolor, dos estetas, pensadores con una epistemología en una balanza cargada del lado material y corpóreo. Críticos rampantes cada uno a su manera, alemanes, aforistas, músicos, artistas, iconoclastas. Analogía en la cual la gran diferencia es el contexto histórico. Federico Nietzsche y Theodor Adorno. La diferencia irreconciliable: El tiempo en que viven. Eso cambia todo.

Federico Nietzsche.

Pensador, artista[1], enfermo y poeta delirante, sabe que al lado de la historia cristiana, se desarrolla otra historia, una historia trágica, oscura, de embriaguez y sufrimiento. Sabe que la historia oficialmente contada descansa en el movimiento racionalista desde Sócrates,[2]pasando por el cristianismo, y desembocando en filósofos ya netamente modernos como Kant, Hegel etc. También que este movimiento, con sus médicos del alma y del dolor, dueños de la razón imperante, quieren persuadir al hombre de que esta muy enfermo y que necesita una cura enérgica, radical y definitiva. Enferman a la humanidad y luego proporcionan la cura: la moral y el pensamiento positivo. El filósofo de Rocken se va hasta las últimas consecuencias como diciendo, supongamos que tienen razón, que estamos enfermos, entonces contagiemos a los que no quieren que suframos, para que comprendan que si estamos en desgracia, es porque queremos estar en desgracia, y eso nos hace superiores a otros que no soportan el mínimo sufrimiento.


En otra historia, la historia de las mujeres, las ménades, las brujas esa historia que ha sido ocultada por el hombre, por el patriarcado. La frase nietzscheana, “La verdad es mujer”, implica por supuesto el dolor. El conocimiento esta en la mujer. De la mujer sale el conocimiento. Parir el conocimiento es doloroso, pero solo con dolor es posible la verdad y el conocimiento. No obstante, para penetrar el conocimiento se requiere ser fuerte se requiere vigor para soportar el dolor y parir la verdad. “Y de lo que se refiere a mi larga enfermedad, ¿no le debo indeciblemente mucho más que a mi salud? Le debo una salud superior, una salud tal, ¡que se hace mas fuerte por todo lo que no la mata!… Tan solo el dolor grande es el supremo liberador del espíritu[3]”. Nietzsche, guerrero en muchos sentidos va aún más lejos. Y dice: “En la ciencia de los misterios esta santificado el dolor. El esfuerzo del alumbramiento hacia sagrado al dolor, todo lo que es devenir y crecimiento, todo lo que asegura porvenir, requiere dolor”[4]. “…todo lo que nace debe estar dispuesto a una dolorosa decadencia…. Sin embargo el dolor no debe helarnos[5]”.

Por último para nuestro filósofo artista, la música, también identificada con la mujer y el dolor, “...es un conocimiento profundo y verdadero, algo que horroriza pues muestra al hombre su absurda existencia. El dolor lo inquieta de tal manera que empieza a tramar, a resentirse contra el mundo, bajo la influencia la verdad contemplada, el hombre no concibe ya por todas partes mas que lo horrible y absurdo de la existencia… y el hastío sube por su garganta”.[6]

Theodor W. Adorno.

Pensador serio, crítico[7] y signo de toda una generación, vivió en una época donde la industria, los medios masivos de comunicación, y la mercadotecnia comenzaron a desplegar sus tentáculos en todo el orbe, haciendo que lo diverso en comercio e industria y la coerción social, se convirtieran en el mundo en la imagen que hoy vemos de él: Globalización y mercado libre, (donde la libertad ya no es necesaria puesto que el “otro”, los pequeños comerciantes, son excluidos), la inseguridad y terrorismo, donde el proceso de individuación es desmesurado, hasta la incomunicación.

Filósofo representativo de la Escuela de Frankfurt, Adorno formula una teoría estética donde negatividad[8] , mímesis[9] y dolor son conceptos centrales en el conocimiento. Expone que: “Para comprender como es la realidad, la filosofía debe escuchar al dolor. El filósofo debe escuchar a quien sufre. No es mera subjetividad. El dolor de alguien que sufre nos afecta a todos[10]”.

Heredero de la tradición filosófica alemana, seria y sistemática. En él conviven tanto la filosofía materialista como la idealista. Idea y materia, enemigos ontológicos irreconciliables. La crítica, el método crítico, se sirve de ambas posiciones ontológicas , pero el manejo de las ideas incluso de las materiales, cae en el idealismo. El materialismo de Adorno desciende, si quizás en su postura política o historicista, pero fundamentalmente en la estética. La sensibilidad de artista lo jala al mundo de la corporalidad y de los sentidos.

En el filosofo de Frankfurt descansa también algo de la filosofía de Nietzsche con sus aforismos, pero la “gaya ciencia” del filosofo dionisiaco, en Adorno se ha transformado, sutilmente, a una “melancólica ciencia”, penumbrosa y desoladora como el expresionismo: “El hombre no conoce el bien, pero si conoce el mal, y lo conoce por la experiencia”, experiencia netamente subjetiva, “exilio interior”. A la cual Adorno se aferrará indefinidamente y donde parecerán florecer algunos resquicios del romanticismo donde la defensa de lo humano, la vida y la expresión de los estados emocional del individuo son el centro de su actividad.

Adorno pudiera significar en filosofía lo que en el arte expresionista representan Munch en pintura, Trakl en poesía y Schoemberg en música. Hijo de su tiempo, al igual que ellos, sufre en carne propia los embates de la guerra. Y esta es una de las razones por las que dice “No” a la manera de conducirse de los nazis y por lo cual sale exiliado, primero a Inglaterra y luego a Estados Unidos. Esta experiencia de la guerra lo llevan ha sustentar, según Marta Tafalla, un nuevo imperativo categórico que “no nos lo dicta el conocimiento del bien, sino la voz del mal, la experiencia del ma[11]l”.. Imperativo por el cual, nuestras acciones en la vida deben estar encaminadas a “decir no, rechazar lo que ha sucedido (la experiencia del mal, los campos de concentración, el genocidio) y la posibilidad de su repetición[12]”. Pp 59.

Finalmente, queda la sugerencia Adorniana de que la intuición, ese conocimiento directo de las cosas, no sea sino trabajo de la sensibilidad, sentir lo otro, el dolor ajeno, ante el cual lo primero que reacciona no es la racionalidad, sino el cuerpo.


Bibliografía

Tafalla, Marta, “Theodor Adorno, Una filosofía de la memoria”, Ed, Herder, España, 2003.
Nietzsche, Federico, “La Gaya ciencia”, Editores Mexicanos Unidos. México, 2003.

Nietzsche, Federico, “El Origen de la tragedia”, Ed. Porrúa. México 2001.

Safranski Rudiguer, “Nietzsche, biografía de un pensamiento”, Ed. Tus Quest, México, 2000.


[1] Nietzsche también fué músico. Hay algunas composiciones grabadas en CD.
[2] Safranski expresa en su libro, “Nietzsche, biografía de un pensamiento”, lo siguiente: “Sócrates rompe con el poder de la música y pone en su lugar el de la dialéctica. Sócrates constituye una fatalidad, pues con el comienza un racionalismo que ya no quiere saber nada de las profundidades del ser. Sócrates es el comienzo de un saber sin sabiduría”.
[3] Nietzsche, Federico, “La Gaya ciencia”, Editores Mexicanos Unidos. México, 2003. Pp 274

[4] Idem. Pp 145.
[5] Nietzsche, Federico, “El Origen de la tragedia”, Ed. Porrúa. México 2001. Pp 82.
[6] Nietzsche, Federico, “El Origen de la tragedia”, Ed. Porrúa. México 2001. Pp 43.
[7] Adorno pertenece a la llamada “Escuela crítica de Frankfurt”.
[8] Negatividad: Decir No a la identidad, a lo Uno, a la totalidad, contradecir al sistema capitalista, a la globalización, salirse del sistema homogenizante y con eso dar pie a la existencia del otro, de las minorías, de los oprimidos.
[9] La mímesis pretende derrotar a la razón identificadora con la irracionalidad. Ella es la irrupción de lo amorfo, difuso y disgregador, la introducción del caos y el desorden en la filosofía. Contra la fuerza necesaria para mantener un yo firme e idéntico, la mimesis es un dejarse llevar, recaer en lo biológico, disolverse en lo diferente. Pp132 Pp132.
[10] Tafalla, Marta, “Theodor Adorno, Una filosofía de la memoria”, Ed, Herder, España, 2003. Pp 116-120

[11] Idem. Pp58.
[12] Idem. Pp59.

Thursday, August 04, 2005

Fragmentarismo: signo de nuestros días.

Tan utilizado hoy, tanto por el arte, como el pseudo arte o entretenimiento y la industria de la publicidad, lo fragmentario no significa algo inacabado. Fragmento es un pensamiento una frase con sentido completo. La cantidad exacta de palabras para expresar una idea. Ejemplos de lo fragmentario hay muchos. Van desde géneros literarios como la ficción breve y el cuento corto, la utilización de “loops” en música, hasta la publicidad del “mejor mejora mejoral”. Influidos todos por el arte sintético por excelencia: La poesía.

Mientras que la distancia entre publicidad y arte se acortan, los caminos de lo fragmentario entre el entretenimiento y el arte se bifurcan ostensiblemente. El entretenimiento, tiende a alargarse en el tiempo por medio de la repetición, el arte tiende a ser cada vez mas corto.

La obra de arte, que estimula la creatividad, imaginación y reflexión, y que inherentemente induce al análisis de su estructura y al despliegue de sus elementos y de su concepto mismo. Ahora requiere de una precisión casi publicitaria para “tocar” la sensibilidad del lector. En tanto que la publicidad, cada vez se sirve más del arte para expresar su mensaje, sin embargo su tendencia es mas a lo científico, a la fórmula que garantice que se va a vender.

El entretenimiento por su parte busca eso, entretener, matar el tiempo y vender. Basándose en la repetición incesante del fragmento hace que este termine mimetizándose con el consumidor y perdiendo totalmente su sentido artístico. El entretenimiento sobrevive por medio de implantes ilusorios de valor. El consumidor, a merced del poder del ritmo lacerante de un fragmento repetido mil veces, pierde su voluntad, y durante la realización de la “obra”, queda incapaz de la mínima chispa de análisis. (Para él consumidor, la película o canción del momento son las mejores de todos los tiempos, justificándolas con los mensajes publicitarios previos). Los lapsos de silencio en el entretenimiento, had hoc para la reflexión, inmediatamente son sofocados por otra dosis de estridencia. Así, uno tras otro, el bombardeo del entretenimiento puede hacer que el tiempo y la reflexión se acorten. El entretenimiento intenta contar una historia que no tiene historia, que simplemente es ilusión subjetiva.

Poder a control remoto.

Hipnotizado por el ritmo incansable de anuncios publicitarios con el mensaje de “voluntad de poder” y eterna lucha en el campo de las relaciones de dominación, busco porfiadamente tener el control de las cosas que me rodean. ¿Por qué dominar solamente en un lugar o una cosa, si con la tecnología se puede dominar en varios lugares y a varias cosas al mismo tiempo?

Tengo a la mano el control remoto de mi televisión, aplasto sus botones desaforadamente, busco encontrar la respuesta a mis ansias de poder. Yo mando. “Tengo el control, yo decido que ver y que no ver”. Pero ¡Oh! Paradójica realidad, todo es lo mismo, no hay nada que elegir.

La realidad virtual ejerce sobre mí su influjo. Y caigo en su trampa. No soy yo el que ve a la televisión, sino que a través de ella son observados, mis actos y mis reacciones supervisadas incluso hasta la “verificación”. El control remoto no es mas que el anzuelo y para estar a la altura de las circunstancias para integrarme a un mundo virtual. Desde el más allá dicen: “tú tienes el poder-control”- y mandan: “!Ejércelo!”, y yo obediente tomo mi control remoto y entro al juego. Posteriormente hay mensajes que dicen: ”La carencia del control, por descompostura, extravío o por no estar al alcance del bolsillo, reduce a mera carne”… Aunque claro, después de que seas exiliado, siempre hay prebendas, préstamos y créditos por las cuales pueda uno insertar de nuevo a la virtualidad. ¿y tú, ya tienes tu control remoto?