Monday, October 22, 2012

Un homenaje a los creadores.



La creación musical, literaria, pictórica, escultórica, cinematográfica, dancística, historiográfica,  matemática, filosófica… cualquier obra de cualquier tipo- es un homenaje a -y con- los creadores pasados y los que están por venir. La obra es una ofrenda de un artista a otro, un diálogo entre artistas, entre amigos. Mediante la obra conocemos al creador, y mediante el creador –y su obra- conocemos a una sociedad y nos conocemos. Pienso en Milan Kundera parlando en sus obras con creadores, con obras, con personajes reales y ficticios: con Rabelais, Cervantes, Pantagruel, Stravinski, Janequin, Don Quijote,  Schoenberg, Kafka; pienso en Nietzsche dialogando con Wagner, con Beethoven, con Sócrates, con Schopenhauer, platicando incluso con divinidades persas, griegas y escandinavas, pienso en todos ellos charlando conmigo.  Y luego pienso en el arte de Tijuana. ¿Con quién dialogan sus artistas? Cuando eso me sucede, a veces me pongo escéptico schopenhaueriano  y dudo que haya creación, o que si la hay es pésima; pero luego me pongo eudemonista leibniciano y digo que todo está bien, que si hay tantos foros de arte (Entijuan-arte, Revolucion-arte, Multi-arte…) entonces es porque, al menos la palabra “arte”, sí existe en Tijuana.

Todo está por decir, por interpretar, por significar.




El significado de las palabras valor, virtud y violencia es muy parecido: “Actividad o fuerza de las cosas para producir o causar sus efectos.” Y entendemos por qué Nietzsche menciona que: “Valorar es crear” y que  Con vuestros valores y vuestras palabras del bien y del mal ejercéis violencia, valoradores.  La valoración es un acto violento. La sociedad unidimensional actual no quiere ese tipo de hombres. No quiere creadores reflexivos, porque cuando se reflexiona se evalúa, y al evaluar el hombre se convierte en un ser violento y al estado no le interesan individuos violentos, sino individuos dóciles como un rebaño que pide por su propia seguridad, por su propio bien.  Parece que como a Alex -el personaje protagonista de “La  Naranja Mecánica”-  las instituciones educativas y culturales buscan curarnos de nuestros instintos creadores -y por lo tanto violentos- mediante  su educación en “valores”. Por algo ya advertía Platón en “La República”:   “...que la educación se mantenga pura, para que nada sea innovado ni en la gimnástica ni en la música... [porque] No se puede tocar a las reglas de la música, sin alterar las leyes fundamentales de la gobernación”.

Una música que no “suena”.



4´33 de John Cage. ¿Qué significa esa obra para mí, para mi circunstancia? ¿Nada hay que decir cuando no se dice nada? Tal vez todo está por decir cuando no se ha dicho nada. El silencio también significa, dicho de otra manera: no hay silencio. Pero nos han educado a discernir que la música como creación humana es el “arte de bien combinar los sonidos con el tiempo”. Así que vemos como un músico se sienta  al piano y durante 4´33 minutos no hace nada, no toca, no hace música. De inmediato pensamos que algo raro está pasando: ¡Pensamos! No hace falta la música literal, también hay otra música, con otros sonidos. El mundo está lleno de sonidos, nosotros mismos estamos repletos de sonidos. ¿No somos también música?. Así como “post coitum omne animal triste est”  -Todo animal  entristece después del coito-, después del encanto de la música  -en el silencio-  todo hombre se pone reflexivo.

Una separación falaz.


La filosofía y la música por sí mismas quedan atrapadas en su propia telaraña. La filosofía se come a la filosofía; la música a la música. En la relación Música y filosofía, la filosofía –y no es culpa de ella- ha tomado el papel protagónico, pero monologa, de esa manera nos dice lo que es la música; sin embargo, si el mundo es una creación colectiva, hace falta el diálogo: una música con más filosofía y una filosofía con más música. Es decir no únicamente una  filosofía de la música, sino también una  música de la filosofía

Las personas, en la actualidad,  presuponen ya una separación, producto de la especialización imperante, entre música y filosofía, pero es una separación falaz porque el filósofo puede adentrase a la música en el momento, los instrumentos musicales están dispuestos para que tome uno y lo haga sonar; el músico también puede adentrarse en la filosofía cuando quiera, los libros están abiertos en el momento que lo desee. Hoy, para estudiar  música o filosofía no es necesaria la institución, menos en nuestro país que como ya sabemos tiene crisis institucionales por todos lados: crisis en educación, crisis en música, crisis en filosofía, crisis electorales, crisis económicas,  crisis religiosas, crisis de derecha, crisis de izquierda, crisis arriba, crisis abajo, crisis por aquí, crisis por allá,  y más allá también hay crisis, crisis por todas partes, sin embargo, con todo y crisis, las disciplinas música y filosofía están abiertas para el que, armado con un poco de deseo y un poco de paciencia las aborde y comparta sus descubrimientos, sus creaciones.  Así han subsistido y me temo que por un buen tiempo así subsistirán. No hay tal separación. No hay música sin pensamiento y no hay filosofía sin música.

La música de Adorno




Dice Teodoro Adorno: “La música es oración desmitologizada”, pero la oración me parece un monólogo, más aún un soliloquio. Adorno nos ubica en el soliloquio, en la reflexión en voz alta consigo mismo, prescindiendo de la divinidad, o más precisamente de Dios, es decir, Adorno presupone a Dios, pero lo quita de la música; sin embargo, me parece que la música no es un soliloquio, sino un diálogo, y más precisamente un diálogo entre divinidades: divinidad el compositor, divinidad el ejecutante, divinidad la obra, divinidad el escucha, porque consideramos que ser divino es ser creador y ser obra a la vez, por eso, cuando el ser humano canta, se canta a sí mismo:

 I celebrate myself, and sing myself,
And what I assume you shall assume,
For every atom belonging to me as good belongs to you.”
Walt Withman

Monday, October 15, 2012

Las máscaras de Zaratustra



I
El hombre superior tiene un significado literal dentro de la obra “Así hablo Zaratustra”  de Nietzsche, se trata del personaje que asciende a la montaña.  La montaña simboliza la conquista del conocimiento elevado. 

En Algunas mitologías los dioses viven por encima de los hombres, en una montaña –el  Olimpo o Asgard-. No es casual que Moisés tuviera contacto con su divinidad en una montaña y que de ella bajara con sus tablas. 

Sucede que el conocimiento elevado pertenece a los dioses y está prohibido a los hombres… pero hay quienes asumen el riesgo y acceden a él, hombres que por obtener ese conocimiento se exponen al peligro y a lo desconocido sin importarles perder algo de su humanidad en su propósito. En Así habló  Zaratustra, quienes sube a la montaña adquieren el conocimiento elevado, serán hombres superiores; sin embargo, expuestos y tocados por el peligro, serán convalecientes perpetuos, pero su voluntad de poder, su potencia, les da para eso y aún más, para crear. El hombre débil, impotente ante lo desconocido, deja que otros le resuelvan sus miedos, acude al psicólogo. El hombre superior se arroja a la montaña, a la noche, a lo desconocido.  Reta a los dioses. 
Zaratustra, como un dios, asciende a la montaña por las tardes y desciende por las mañanas. Sube a la montaña porque ahí está su hogar: una cueva con una roca enfrente. Baja de ella, quizás por un deseo, quizás por compasión, quizás porque quiere ser de nuevo hombre, pero  Zaratustra dejó de ser hombre y se ha transformado en un ente metafísico, un ser divino, una ficción.  

Zaratustra entona intempestivamente en el tercer libro un canto breve –que repetirá en el cuarto libro y lo presentara con el título de “Otra vez”- ,  que es una exhortación al hombre a escuchar el conocimiento elevado y  nocturno de Zaratustra, conocimiento que desborda la racionalidad y dirige hacia  lo más oscuro de las pulsiones del hombre: metafísica donde cohabitan locura y  razón, pasión y  compasión,  verdad y mentira. 

Ya Calderón de la Barca en “La vida es sueño” advertía el engaño que es la vida, cuando dice: “¿Qué es la vida?  Un frenesí./ ¿Qué es la vida?  Una ilusión,/ una sombra, una ficción,/ y el mayor bien es pequeño:/  que toda la vida es sueño,/ y los sueños, sueños son.”  Si la vida que día a día se desarrolla es sueño, entonces hay que despertar a los sueños, a la noche; deambular por ella, porque no ha sido conocida suficientemente en toda su profundidad.  Acudir a la cita con lo desconocido aunque provoque dolor y estremecimientos. Nos duele la vida pero ese dolor es necesario para parir mundos, verdades. No hay  placer sin sufrimiento, en eso consiste la superación de sí mismo, en acceder al placer mediante el dolor de la creación El dolor va a pasar, así como la vida, así como noche, así como el sueño; pero el  conocimiento elevado encarnado en creación,  quiere una memoria elevada, quiere la profunda la eternidad. Zaratustra canta:  

¡Oh hombre! ¡Presta atención!
¿Qué dice la profunda medianoche?
«Yo dormía, dormía, -
De un profundo soñar me he despertado: -
El mundo es profundo
Y más profundo de lo que el día ha pensado.
Profundo es su dolor,
El placer - es más profundo aún que el sufrimiento:
El dolor dice: ¡Pasa!
Mas todo placer quiere eternidad,
-¡Quiere profunda, profunda eternidad!» ,
Zaratustra ha despertado y pregunta:  “¿Habéis aprendido mi canción?, ¿Habéis adivinado lo que quiero decir?”

II
De la civilización persa, Nietzsche toma al profeta Zaratustra. Quizás Nietzsche recurre a él ya que -al fin filólogo- reconoce en la cultura persa  la raíz del lenguaje indoeuropeo y en cierto sentido de su cultura. Sin embargo Zaratustra de Nietzsche tiene poco en común con el profeta persa, pues mientras el profeta se muestra en contra del politeísmo, el deambulador nietzscheano se opone al monoteísmo; mientras uno impone una visión del bien y del mal del mundo, otro quiere ir más allá del bien y del mal. Más que a Persia, el Zaratustra de Nietzsche nos remite a Hiperbórea.  

En “El anticristo”, Nietzsche afirma: “Mirémonos bien. Somos Hiperbóreos”. Y esa afirmación tajante, nos parece una pista. ¿Qué es Hiperbórea? Hiperbórea significa literalmente “más allá del norte”, así le llamaban los griegos a todo lo que trascendía la región de Tracia. Más modernamente, Hiperbórea se identifica con  una región en el ártico a la que se le conoce también como “la tierra del sol de medianoche”, en esa región están los países Islandia, Suecia, Noruega, Finlandia y de ahí proviene la Mitología Nórdica. Los dioses Nórdicos viven en un lugar elevado que está unido con el mundo físico por un arcoíris. Entre los dioses Nórdicos encontramos a Odín, Thor, Balder, Freia y… Loki. 
Más allá del bien y del mal del Zaratustra persa, está un Zaratustra de Hiperbórea: una especie de dios andrógino, a veces masculino, a veces femenino, un imitador, un engañador, una  divinidad sin culto, sin seguidores: Loki.
 
Hijo de gigantes, no es un dios, pero por sus poderes de transformación se ha mezclado con los dioses, de tal manera que les ha hecho creer que es uno de ellos, y ellos lo consideran su hermano.  Loki constantemente se burla de ellos, les causa problemas, e incluso lucha en su contra. Por ejemplo, Loki ávido de fechorías, Urde una conspiración que consiste en asesinar a un dios aparente mente inmortal: Balder. Balder muere y a causa de ello, los dioses lo buscan para castigarlo. Loki se refugia en una montaña, pero temiendo ser descubierto por los dioses, para salir de su cautiverio, se transforma en pez. -Se dice que Loki inventó la red de pescar, y que con una de esas redes, los propios dioses tratan de pescarle pero él se escabulle saltando, hasta que Thor lo atrapa de la cola-.  Los dioses se vengan de Loki y lo castigan. Capturan a dos de sus hijos, a uno de ellos lo transforman en lobo y mata al otro, y con las entrañas del hijo muerto, atan a Loki a una piedra, luego a esas entrañas las transforman en cadenas de hierro. Además le colocan una serpiente por encima de él para que lo vigile. De la serpiente goteará venenos sobre su cara, se acumulará, resbalará a un cuenco y una vez lleno éste será arrojado por Sygin -la propia esposa del transformista embaucador- a su rostro, con lo cual sufrirá tan terriblemente que provocará terremotos y ese castigo lo tendrá hasta el día del crepúsculo de los dioses.
Pero si Loki es enemigo de los dioses, por el contrario, es amigo de los hombres. A menudo baja de su montaña a “deambular por caminos sinuosos”. A los hombres  les ha dado los hombres la sangre que fluye por sus venas, el fuego -Loki es la personificación del fuego “logi” –´fuego o llama´ en islandés-. También les ha dado a los hombres la esperanza de que también puedan ser divinos. Por otro lado. Su nombre –Loki- remite a “lukijan” que puede significar “cerrar el anillo”  y “deambular”. 

III
Richard Wagner recurre a la mitología nórdica para recrear su tetralogía operística “El anillo de los nibelungos”  que está conformada  “El oro del Rhin”, “La valkiria”, “Sigfrido” y “El crepúsculo de los dioses”. Compuesta entre los años 1848 a 1874. (Recuérdese que entre los años 1869 a 1874, Nietzsche frecuenta y entabla una intima amistad con el compositor). Pues bien, el “Anillo de los nibelungos”  recrea sucesos de  la mitología nórdica, la trama comienza con el robo  del oro del río Rhin, por parte del enano  Alberich quien fabricará un anillo mágico. Wotan (Odín) busca apoderarse del oro y del anillo de Alberich para pagar a dos gigantes quienes están construyendo un castillo para los dioses, en vez de darles a Freia, como ya habían acordado buscará intercambiarla por el oro del Rhin y el anillo . Al capturar a Alberich y quitarle el anillo, el enano lanza una maldición, “todos desearán poseer el anillo, pero no encontrarán placer en él y moriran”. Wotan da el oro y el anillo a los gigantes a cambio de Freia. Y cuando al final, con la entrada triunfal de los dioses a Walhalla, el salón de los dioses,  al cual niegan la entrada Loge (Loki) semidios del fuego,  éste, desde afuera  se burlará de ellos y vaticinará su ocaso próximo. 

“El crepúsculo de los dioses” como ya se mencionó es la  cuarta parte la obra de “El anillo de los nibelungos”  de Wagner. Ahora bien, no nos parece una casualidad que Nietzsche haya llamado a uno de sus libros “el crepúsculo de los Ídolos o cómo se filosofa con el martillo”. Cuyo es una referencia directa a la otra de Wagner, y a la mitología nórdica: al “ragnarökkr”  o la destrucción de los dioses y al dios del trueno nórdico Thor, quien usaba un martillo.

Con todo esto, podemos afirmar que “Así hablo Zaratustra” es una trasmutación de los valores. Una trasmutación de una música de sonidos a una música de ideas, un epígono que sucedió al “Anillo de los nibelungos”. Mientras Wagner se conviertirá en un creador arrodillado al reinado del cielo y de la tierra y le da mayor peso e importancia a la creencia, al amor, al pueblo, al efecto musical. Nietzsche con Zaratustra acentúará la idea de la soledad, del desprecio, de la muerte de Dios, quizás por eso nos parece se enfoca en un personaje secundario de la obra de Wagner: Loge (Loki) el dios engañador y protéico. Hay sin embargo en ambos artistas, en sus respectivas obras  temas compartidos: La creencia, la creación, el anillo, el amor, el sufrimiento.  

V
Hay un dios griego muy similar a Loki: Prometeo. Prometeo es un Titán astuto que solía burlarse de los dioses; no obstante era, protector de la humanidad; fue él quien robó el fuego del Olimpo y lo obsequió a los hombres.  Por esto y otras argucias, Prometeo fue encadenado a una roca donde sería vigilado por un águila que día tras día devoraría su hígado, el cual al ser eterno, por las noches le volvía a crecer. Prometeo jamás se separó del todo de la roca pues al ser desencadenado debía llevar con él un anillo unido a un trozo de roca. 

Prometeo y Loki, ambos benefactores de los hombres, ambos en una montaña, ambos enemigos de los dioses, ambos encadenados a una piedra, ambos condenados a sufrir una terrible condena son Zaratustra sentado sobre su piedra en frente de su cueva y  sin cadenas, un simulador que ha engañado a sus verdugos guardianes, al águila y la serpiente,  y los ha hecho sus amigos.  

En “La ofrenda de miel” los animales se acercan a Zaratustra, que está sentado sobre su piedra y le dicen “estás sentado sobre tu pez”. El traductor explica que “pech” se entiende como Pez (y recuérdese que Loki se convertía en pez), Pech también se entiende como “mala suerte”. La roca es pues la “mala suerte, la carga de Zaratustra, la carga de todos los tiempos, de sus ancestros, ahí, en la piedra están Prometeo, Loki y… Sísifo. 

Sísifo con su roca, subiendo y bajando su montaña. Sísifo que también desprecia a los dioses y se apasiona por la vida, porque Sísifo también es Zaratustra subiendo y bajando la montaña. Como si Zaratustra fuera el Sol, pero un anti-Sol, un Sol de medianoche. Dice Albert Camus en “El mito de Sísifo” que la roca es “La inmensa angustia (que) es demasiado pesada para poderla sobrellevar.”. La inmensa angustia es el llamado de socorro, el llamado de angustia de los antecesores de zaratustra, de Prometeo y Loki, de Sísifo, de Zaratustra mismo. Zaratustra con su roca, con su destino, con su condena: sufrimiento y  placer que retornan eternamente.

 “Hay que imaginarse a Sísifo dichoso.” Nos exhora Camus, y así también hay que imaginarse a Prometeo, a Loki y  a Zaratustra- dichosos, ayudando a los hombres,  atentando contra los dioses, porque  “El que quiere matar más completamente se echa a reír.” Dice Zaratustra. Y la risa, el humor, es la antinomia de lo sagrado.
VI
En el cuarto libro se dice: “Al día siguiente estaba Zaratustra de nuevo sentado en su piedra mientras los animales andaban fuera errantes por el mundo para traer nuevo alimento.” Luego, llega junto a él un adivino y entonces  Zaratustra escuchará un  grito de socorro. El grito es de otros hombres superiores. El grito es del propio Zaratustra. Pero además ese grito es su última tentación, su último pecado: la compasión. ¿Compasión por quién? ¿por los hombres?, ¿Por los hombres superiores?, ¿Por él mismo? ¿Y por qué se pide ayuda con ese grito?¿Acaso sufre quien lo rpofiere?¿Qué produce su sufrimiento?
 Para el monoteísmo cristiano, -e incluso para algunas religiones politeístas-  la compasión es un requisito para acceder al reino de los cielos, al reino de los dioses, pero Zaratustra –al igual que Loki y Prometeo-  no quiere subir, por el contrario quiere bajar a la tierra, al espacio de los hombres. 

La compasión de un superhombre es un pecado, el último de sus pecados. ¡Es que ha habido otros pecados? Los hay. Zaratustra continuamente traiciona, se traiciona a sí mismo, a los elevados, a los dioses y regresa a los hombres, peca. Zaratustra es Prometeo, Loki y  Sífifo; sin embargo entre los dioses no debe haber Prometeos, Lokis o Sísifos. ¿Es acaso el acto de Zaratustra, su deambular y su canto  un acto de compasión para con los hombres?  O ¿Es un acto de potencia? ¿Es un deseo de recuperar, aunque sea  momentáneamente a su razón y su humanidad?

La compasión por los hombres de Zaratustra, Prometeo, Loki, y Sísifo les llevó a una condena eterna. Quizás el grito de socorro es el grito  de todos ellos pidiendo compasión a los dioses que le han castigado y pero también a los hombres, aunque estos últimos ya no les escuchan. 

VII
“Así habló Zaratustra” termina con Zaratustra encarando al sol, igual que como inicia el libro. Como si el final fuese el principio. Nietzsche presenta entonces al eterno retorno no sólo conceptualmente, sino por decirlo de una manera, encarnado en la misma obra. Los discursos de Zaratustra son los discursos de un ser encadenado  y condenado a repetirlos por siempre, dirigidos a quienes puedan escucharle, a todos y a nadie.  Zaratustra nos quiere engañar pretendiendo que los hombres pueden llegar a ser dioses. Hace pasar una mentira por verdad. Su mentira es un conocimiento elevado, su arte del engaño es tal que incluso ha engañado a los dioses. Haciéndoles creer que un dios ha muerto.  Zaratustra se divierte. Así que…“Esto es la vida? ¿Una fiesta? ¿Una locura? Qué se repita!”