La creación musical, literaria,
pictórica, escultórica, cinematográfica, dancística, historiográfica, matemática, filosófica… cualquier obra de
cualquier tipo- es un
homenaje a -y con- los
creadores pasados y los que están por venir. La obra es una ofrenda de un
artista a otro, un diálogo entre artistas, entre amigos. Mediante la obra
conocemos al creador, y mediante el creador –y su obra- conocemos a una sociedad
y nos conocemos. Pienso en Milan Kundera parlando en sus obras con creadores,
con obras, con personajes reales y ficticios: con Rabelais, Cervantes,
Pantagruel, Stravinski, Janequin, Don Quijote,
Schoenberg, Kafka; pienso en Nietzsche dialogando con Wagner, con Beethoven,
con Sócrates, con Schopenhauer, platicando incluso con divinidades persas,
griegas y escandinavas, pienso en todos ellos charlando conmigo. Y luego pienso en el arte de Tijuana. ¿Con
quién dialogan sus artistas? Cuando eso me sucede, a veces me pongo escéptico
schopenhaueriano y dudo que haya
creación, o que si la hay es pésima; pero luego me pongo eudemonista
leibniciano y digo que todo está bien, que si hay tantos foros de arte
(Entijuan-arte, Revolucion-arte, Multi-arte…) entonces es porque, al menos la
palabra “arte”, sí existe en Tijuana.
Monday, October 22, 2012
Todo está por decir, por interpretar, por significar.
El significado de las palabras valor, virtud
y violencia es muy parecido: “Actividad o
fuerza de las cosas para producir o causar sus efectos.” Y entendemos por
qué Nietzsche menciona que: “Valorar es
crear” y que “Con vuestros valores y vuestras palabras del bien y del mal ejercéis
violencia, valoradores.” La
valoración es un acto violento. La sociedad
unidimensional actual no quiere ese tipo de hombres. No quiere creadores reflexivos,
porque cuando se reflexiona se evalúa, y al evaluar el hombre se convierte en
un ser violento y al estado no le interesan individuos violentos, sino
individuos dóciles como un rebaño que pide por su propia seguridad, por su
propio bien. Parece que como a Alex -el
personaje protagonista de “La Naranja
Mecánica”- las instituciones educativas
y culturales buscan curarnos de nuestros instintos creadores -y por lo tanto violentos-
mediante su educación en “valores”. Por
algo ya advertía Platón en “La
República”: “...que la educación se mantenga pura, para que nada sea
innovado ni en la gimnástica ni en la música... [porque] No se puede tocar a
las reglas de la música, sin alterar las leyes fundamentales de la
gobernación”.
Una música que no “suena”.
4´33 de John Cage. ¿Qué
significa esa obra para mí, para mi circunstancia? ¿Nada hay que decir cuando
no se dice nada? Tal vez todo está por decir cuando no se ha dicho nada. El
silencio también significa, dicho de otra manera: no hay silencio. Pero nos han
educado a discernir que la música como creación humana es el “arte de bien
combinar los sonidos con el tiempo”. Así que vemos como un músico se
sienta al piano y durante 4´33 minutos
no hace nada, no toca, no hace música. De inmediato pensamos que algo raro está
pasando: ¡Pensamos! No hace falta la música literal, también hay otra música,
con otros sonidos. El mundo está lleno de sonidos, nosotros mismos estamos
repletos de sonidos. ¿No somos también música?. Así como “post coitum omne animal triste est” -Todo animal entristece después del coito-, después del
encanto de la música -en el
silencio- todo hombre se pone reflexivo.
Una separación falaz.
La filosofía y la música por sí mismas quedan atrapadas en su propia telaraña. La filosofía se come a la filosofía; la música a la música. En la relación Música y filosofía, la filosofía –y no es culpa de ella- ha tomado el papel protagónico, pero monologa, de esa manera nos dice lo que es la música; sin embargo, si el mundo es una creación colectiva, hace falta el diálogo: una música con más filosofía y una filosofía con más música. Es decir no únicamente una filosofía de la música, sino también una música de la filosofía
Las
personas, en la actualidad, presuponen
ya una separación, producto de la especialización imperante, entre música y
filosofía, pero es una separación falaz porque el filósofo puede adentrase a la
música en el momento, los instrumentos musicales están dispuestos para que tome
uno y lo haga sonar; el músico también puede adentrarse en la filosofía cuando
quiera, los libros están abiertos en el momento que lo desee. Hoy, para
estudiar música o filosofía no es necesaria
la institución, menos en nuestro país que como ya sabemos tiene crisis
institucionales por todos lados: crisis en educación, crisis en música, crisis
en filosofía, crisis electorales, crisis económicas, crisis religiosas, crisis de derecha, crisis
de izquierda, crisis arriba, crisis abajo, crisis por aquí, crisis por
allá, y más allá también hay crisis,
crisis por todas partes, sin embargo, con todo y crisis, las disciplinas música
y filosofía están abiertas para el que, armado con un poco de deseo y un poco
de paciencia las aborde y comparta sus descubrimientos, sus creaciones. Así han subsistido y me temo que por un buen
tiempo así subsistirán. No hay tal separación. No hay música sin pensamiento y
no hay filosofía sin música.
La música de Adorno
Dice Teodoro Adorno:
“La música es oración desmitologizada”, pero la oración me parece un monólogo,
más aún un soliloquio. Adorno nos ubica en el soliloquio, en la reflexión en
voz alta consigo mismo, prescindiendo de la divinidad, o más precisamente de
Dios, es decir, Adorno presupone a Dios, pero lo quita de la música; sin
embargo, me parece que la música no es un soliloquio, sino un diálogo, y más
precisamente un diálogo entre divinidades: divinidad el compositor, divinidad
el ejecutante, divinidad la obra, divinidad el escucha, porque consideramos que
ser divino es ser creador y ser obra a la vez, por eso, cuando el ser humano
canta, se canta a sí mismo:
“I celebrate myself, and sing myself,
And what I assume you shall assume,
For every atom belonging to me as good belongs to you.”
And what I assume you shall assume,
For every atom belonging to me as good belongs to you.”
Walt Withman
Monday, October 15, 2012
Las máscaras de Zaratustra
I
El hombre superior tiene un
significado literal dentro de la obra “Así hablo Zaratustra” de Nietzsche, se trata del personaje que
asciende a la montaña. La montaña
simboliza la conquista del conocimiento elevado.
En Algunas mitologías los dioses viven por encima de los hombres, en una montaña –el Olimpo o Asgard-. No es casual que Moisés tuviera contacto con su divinidad en una montaña y que de ella bajara con sus tablas.
En Algunas mitologías los dioses viven por encima de los hombres, en una montaña –el Olimpo o Asgard-. No es casual que Moisés tuviera contacto con su divinidad en una montaña y que de ella bajara con sus tablas.
Sucede que el conocimiento elevado
pertenece a los dioses y está prohibido a los hombres… pero hay quienes asumen
el riesgo y acceden a él, hombres que por obtener ese conocimiento se exponen
al peligro y a lo desconocido sin importarles perder algo de su humanidad en su
propósito. En Así habló Zaratustra,
quienes sube a la montaña adquieren el conocimiento elevado, serán hombres
superiores; sin embargo, expuestos y tocados por el peligro, serán
convalecientes perpetuos, pero su voluntad de poder, su potencia, les da para
eso y aún más, para crear. El hombre débil, impotente ante lo desconocido, deja
que otros le resuelvan sus miedos, acude al psicólogo. El hombre superior se
arroja a la montaña, a la noche, a lo desconocido. Reta a los dioses.
Zaratustra, como un dios, asciende a
la montaña por las tardes y desciende por las mañanas. Sube a la montaña porque
ahí está su hogar: una cueva con una roca enfrente. Baja de ella, quizás por un
deseo, quizás por compasión, quizás porque quiere ser de nuevo hombre, pero Zaratustra dejó de ser hombre y se ha
transformado en un ente metafísico, un ser divino, una ficción.
Zaratustra entona intempestivamente en el
tercer libro un canto breve –que repetirá en el cuarto libro y lo presentara
con el título de “Otra vez”- , que es una exhortación al hombre a escuchar el
conocimiento elevado y nocturno de
Zaratustra, conocimiento que desborda la racionalidad y dirige hacia lo más oscuro de las pulsiones del hombre: metafísica
donde cohabitan locura y razón, pasión y
compasión, verdad y mentira.
Ya Calderón de la Barca en “La vida es sueño”
advertía el engaño que es la vida, cuando dice: “¿Qué es la vida? Un frenesí./ ¿Qué es la vida? Una
ilusión,/ una sombra, una ficción,/ y el mayor bien es pequeño:/ que toda la vida es sueño,/ y los sueños,
sueños son.” Si la vida que día a
día se desarrolla es sueño, entonces hay que despertar a los sueños, a la noche; deambular por ella,
porque no ha sido conocida suficientemente en toda su profundidad. Acudir a la cita con lo desconocido aunque
provoque dolor y estremecimientos. Nos duele la vida pero ese dolor es necesario
para parir mundos, verdades. No hay
placer sin sufrimiento, en eso consiste la superación de sí mismo, en acceder
al placer mediante el dolor de la creación El dolor va a pasar, así como la
vida, así como noche, así como el sueño; pero el conocimiento elevado encarnado en
creación, quiere una memoria elevada,
quiere la profunda la eternidad. Zaratustra canta:
¡Oh hombre! ¡Presta atención!
¿Qué dice la profunda medianoche?
«Yo dormía, dormía, -
De un profundo soñar me he despertado: -
El mundo es profundo
Y más profundo de lo que el día ha pensado.
Profundo es su dolor,
El placer - es más profundo aún que el sufrimiento:
El dolor dice: ¡Pasa!
Mas todo placer quiere eternidad,
-¡Quiere profunda, profunda eternidad!» ,
¿Qué dice la profunda medianoche?
«Yo dormía, dormía, -
De un profundo soñar me he despertado: -
El mundo es profundo
Y más profundo de lo que el día ha pensado.
Profundo es su dolor,
El placer - es más profundo aún que el sufrimiento:
El dolor dice: ¡Pasa!
Mas todo placer quiere eternidad,
-¡Quiere profunda, profunda eternidad!» ,
Zaratustra ha despertado y pregunta: “¿Habéis aprendido mi canción?, ¿Habéis
adivinado lo que quiero decir?”
II
De la civilización persa, Nietzsche
toma al profeta Zaratustra. Quizás Nietzsche recurre a él ya que -al fin
filólogo- reconoce en la cultura persa
la raíz del lenguaje indoeuropeo y en cierto sentido de su cultura. Sin
embargo Zaratustra de Nietzsche tiene poco en común con el profeta persa, pues
mientras el profeta se muestra en contra del politeísmo, el deambulador
nietzscheano se opone al monoteísmo; mientras uno impone una visión del bien y
del mal del mundo, otro quiere ir más allá del bien y del mal. Más que a
Persia, el Zaratustra de Nietzsche nos remite a Hiperbórea.
En “El anticristo”, Nietzsche afirma:
“Mirémonos bien. Somos Hiperbóreos”. Y esa afirmación tajante, nos parece una
pista. ¿Qué es Hiperbórea? Hiperbórea significa literalmente “más allá del
norte”, así le llamaban los griegos a todo lo que trascendía la región de Tracia.
Más modernamente, Hiperbórea se identifica con una región en el ártico a la que se le conoce
también como “la tierra del sol de medianoche”, en esa región están los países Islandia,
Suecia, Noruega, Finlandia y de ahí proviene la Mitología Nórdica. Los dioses
Nórdicos viven en un lugar elevado que está unido con el mundo físico por un
arcoíris. Entre los dioses Nórdicos encontramos a Odín, Thor, Balder, Freia y…
Loki.
Más allá del bien y del mal del
Zaratustra persa, está un Zaratustra de Hiperbórea: una especie de dios
andrógino, a veces masculino, a veces femenino, un imitador, un engañador, una divinidad sin culto, sin seguidores: Loki.
Hijo de gigantes, no es un dios, pero
por sus poderes de transformación se ha mezclado con los dioses, de tal manera
que les ha hecho creer que es uno de ellos, y ellos lo consideran su
hermano. Loki constantemente se burla de
ellos, les causa problemas, e incluso lucha en su contra. Por ejemplo, Loki ávido
de fechorías, Urde una conspiración que consiste en asesinar a un dios aparente
mente inmortal: Balder. Balder muere y a causa de ello, los dioses lo buscan
para castigarlo. Loki se refugia en una montaña, pero temiendo ser descubierto
por los dioses, para salir de su cautiverio, se transforma en pez. -Se dice que
Loki inventó la red de pescar, y que con una de esas redes, los propios dioses
tratan de pescarle pero él se escabulle saltando, hasta que Thor lo atrapa de
la cola-. Los dioses se vengan de Loki y
lo castigan. Capturan a dos de sus hijos, a uno de ellos lo transforman en lobo
y mata al otro, y con las entrañas del hijo muerto, atan a Loki a una piedra,
luego a esas entrañas las transforman en cadenas de hierro. Además le colocan
una serpiente por encima de él para que lo vigile. De la serpiente goteará
venenos sobre su cara, se acumulará, resbalará a un cuenco y una vez lleno éste
será arrojado por Sygin -la propia esposa del transformista embaucador- a su
rostro, con lo cual sufrirá tan terriblemente que provocará terremotos y ese
castigo lo tendrá hasta el día del crepúsculo de los dioses.
Pero si Loki es enemigo de los dioses,
por el contrario, es amigo de los hombres. A menudo baja de su montaña a
“deambular por caminos sinuosos”. A los hombres les ha dado los hombres la sangre que fluye
por sus venas, el fuego -Loki es la personificación del fuego “logi” –´fuego o llama´
en islandés-. También les ha dado a los hombres la esperanza de que también
puedan ser divinos. Por otro lado. Su nombre –Loki- remite a “lukijan” que
puede significar “cerrar el anillo” y
“deambular”.
III
Richard Wagner recurre a la mitología nórdica
para recrear su tetralogía operística “El anillo de los nibelungos” que está conformada “El oro del Rhin”, “La valkiria”, “Sigfrido” y
“El crepúsculo de los dioses”. Compuesta entre los años 1848 a 1874.
(Recuérdese que entre los años 1869 a 1874, Nietzsche frecuenta y entabla una
intima amistad con el compositor). Pues bien, el “Anillo de los nibelungos” recrea sucesos de la mitología nórdica, la trama comienza con el
robo del oro del río Rhin, por parte del
enano Alberich quien fabricará un anillo
mágico. Wotan (Odín) busca apoderarse del oro y del anillo de Alberich para
pagar a dos gigantes quienes están construyendo un castillo para los dioses, en
vez de darles a Freia, como ya habían acordado buscará intercambiarla por el
oro del Rhin y el anillo . Al capturar a Alberich y quitarle el anillo, el
enano lanza una maldición, “todos desearán poseer el anillo, pero no encontrarán
placer en él y moriran”. Wotan da el oro y el anillo a los gigantes a cambio de
Freia. Y cuando al final, con la entrada triunfal de los dioses a Walhalla, el
salón de los dioses, al cual niegan la
entrada Loge (Loki) semidios del fuego,
éste, desde afuera se burlará de
ellos y vaticinará su ocaso próximo.
“El crepúsculo de los dioses” como ya
se mencionó es la cuarta parte la obra
de “El anillo de los nibelungos” de Wagner.
Ahora bien, no nos parece una casualidad que Nietzsche haya llamado a uno de
sus libros “el crepúsculo de los Ídolos o cómo se filosofa con el martillo”. Cuyo
es una referencia directa a la otra de Wagner, y a la mitología nórdica: al “ragnarökkr”
o la destrucción de los dioses y al dios del trueno nórdico Thor, quien usaba
un martillo.
Con todo esto, podemos afirmar que
“Así hablo Zaratustra” es una trasmutación de los valores. Una trasmutación de
una música de sonidos a una música de ideas, un epígono que sucedió al “Anillo
de los nibelungos”. Mientras Wagner se conviertirá en un creador arrodillado al
reinado del cielo y de la tierra y le da mayor peso e importancia a la
creencia, al amor, al pueblo, al efecto musical. Nietzsche con Zaratustra acentúará
la idea de la soledad, del desprecio, de la muerte de Dios, quizás por eso nos
parece se enfoca en un personaje secundario de la obra de Wagner: Loge (Loki)
el dios engañador y protéico. Hay sin embargo en ambos artistas, en sus
respectivas obras temas compartidos: La
creencia, la creación, el anillo, el amor, el sufrimiento.
V
Hay un dios griego muy similar a Loki:
Prometeo. Prometeo es un Titán
astuto que solía burlarse de los dioses; no obstante era, protector de la
humanidad; fue él quien robó el fuego del Olimpo y lo obsequió a los
hombres. Por esto y otras argucias,
Prometeo fue encadenado a una roca donde sería vigilado por un águila que día
tras día devoraría su hígado, el cual al ser eterno, por las noches le volvía a
crecer. Prometeo jamás se separó del todo de la roca pues al ser desencadenado
debía llevar con él un anillo unido a un trozo de roca.
Prometeo y Loki, ambos benefactores de
los hombres, ambos en una montaña, ambos enemigos de los dioses, ambos
encadenados a una piedra, ambos condenados a sufrir una terrible condena son
Zaratustra sentado sobre su piedra en frente de su cueva y sin cadenas, un simulador que ha engañado a
sus verdugos guardianes, al águila y la serpiente, y los ha hecho sus amigos.
En “La ofrenda de miel” los animales
se acercan a Zaratustra, que está sentado sobre su piedra y le dicen “estás
sentado sobre tu pez”. El traductor explica que “pech” se entiende como Pez (y recuérdese
que Loki se convertía en pez), Pech también se entiende como “mala suerte”. La
roca es pues la “mala suerte, la carga de Zaratustra, la carga de todos los
tiempos, de sus ancestros, ahí, en la piedra están Prometeo, Loki y… Sísifo.
Sísifo con su roca, subiendo y bajando
su montaña. Sísifo que también desprecia a los dioses y se apasiona por la
vida, porque Sísifo también es Zaratustra subiendo y bajando la montaña. Como
si Zaratustra fuera el Sol, pero un anti-Sol, un Sol de medianoche. Dice Albert
Camus en “El mito de Sísifo” que la roca es “La inmensa angustia (que) es
demasiado pesada para poderla sobrellevar.”. La inmensa angustia es el llamado
de socorro, el llamado de angustia de los antecesores de zaratustra, de
Prometeo y Loki, de Sísifo, de Zaratustra mismo. Zaratustra con su roca, con su
destino, con su condena: sufrimiento y
placer que retornan eternamente.
“Hay que imaginarse a Sísifo dichoso.” Nos
exhora Camus, y así también hay que imaginarse a Prometeo, a Loki y a Zaratustra- dichosos, ayudando a los
hombres, atentando contra los dioses,
porque “El que quiere matar más
completamente se echa a reír.” Dice Zaratustra. Y la risa, el humor, es la
antinomia de lo sagrado.
VI
En el cuarto libro se dice: “Al día
siguiente estaba Zaratustra de nuevo sentado en su piedra mientras los animales
andaban fuera errantes por el mundo para traer nuevo alimento.” Luego, llega
junto a él un adivino y entonces
Zaratustra escuchará un grito de
socorro. El grito es de otros hombres superiores. El grito es del propio
Zaratustra. Pero además ese grito es su última tentación, su último pecado: la
compasión. ¿Compasión por quién? ¿por los hombres?, ¿Por los hombres
superiores?, ¿Por él mismo? ¿Y por qué se pide ayuda con ese grito?¿Acaso sufre
quien lo rpofiere?¿Qué produce su sufrimiento?
Para el monoteísmo cristiano, -e incluso para
algunas religiones politeístas- la
compasión es un requisito para acceder al reino de los cielos, al reino de los
dioses, pero Zaratustra –al igual que Loki y Prometeo- no quiere subir, por el contrario quiere
bajar a la tierra, al espacio de los hombres.
La compasión de un superhombre es un
pecado, el último de sus pecados. ¡Es que ha habido otros pecados? Los hay.
Zaratustra continuamente traiciona, se traiciona a sí mismo, a los elevados, a
los dioses y regresa a los hombres, peca. Zaratustra es Prometeo, Loki y Sífifo; sin embargo entre los dioses no debe
haber Prometeos, Lokis o Sísifos. ¿Es acaso el acto de Zaratustra, su deambular
y su canto un acto de compasión para con
los hombres? O ¿Es un acto de potencia?
¿Es un deseo de recuperar, aunque sea
momentáneamente a su razón y su humanidad?
La compasión por los hombres de
Zaratustra, Prometeo, Loki, y Sísifo les llevó a una condena eterna. Quizás el
grito de socorro es el grito de todos
ellos pidiendo compasión a los dioses que le han castigado y pero también a los
hombres, aunque estos últimos ya no les escuchan.
VII
“Así habló Zaratustra” termina con
Zaratustra encarando al sol, igual que como inicia el libro. Como si el final fuese
el principio. Nietzsche presenta entonces al eterno retorno no sólo
conceptualmente, sino por decirlo de una manera, encarnado en la misma obra.
Los discursos de Zaratustra son los discursos de un ser encadenado y condenado a repetirlos por siempre, dirigidos
a quienes puedan escucharle, a todos y a nadie.
Zaratustra nos quiere engañar pretendiendo que los hombres pueden llegar
a ser dioses. Hace pasar una mentira por verdad. Su mentira es un conocimiento
elevado, su arte del engaño es tal que incluso ha engañado a los dioses.
Haciéndoles creer que un dios ha muerto.
Zaratustra se divierte. Así que…“Esto es la vida? ¿Una fiesta? ¿Una
locura? Qué se repita!”
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