El significado de las palabras valor, virtud
y violencia es muy parecido: “Actividad o
fuerza de las cosas para producir o causar sus efectos.” Y entendemos por
qué Nietzsche menciona que: “Valorar es
crear” y que “Con vuestros valores y vuestras palabras del bien y del mal ejercéis
violencia, valoradores.” La
valoración es un acto violento. La sociedad
unidimensional actual no quiere ese tipo de hombres. No quiere creadores reflexivos,
porque cuando se reflexiona se evalúa, y al evaluar el hombre se convierte en
un ser violento y al estado no le interesan individuos violentos, sino
individuos dóciles como un rebaño que pide por su propia seguridad, por su
propio bien. Parece que como a Alex -el
personaje protagonista de “La Naranja
Mecánica”- las instituciones educativas
y culturales buscan curarnos de nuestros instintos creadores -y por lo tanto violentos-
mediante su educación en “valores”. Por
algo ya advertía Platón en “La
República”: “...que la educación se mantenga pura, para que nada sea
innovado ni en la gimnástica ni en la música... [porque] No se puede tocar a
las reglas de la música, sin alterar las leyes fundamentales de la
gobernación”.
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