Thursday, August 04, 2005

Fragmentarismo: signo de nuestros días.

Tan utilizado hoy, tanto por el arte, como el pseudo arte o entretenimiento y la industria de la publicidad, lo fragmentario no significa algo inacabado. Fragmento es un pensamiento una frase con sentido completo. La cantidad exacta de palabras para expresar una idea. Ejemplos de lo fragmentario hay muchos. Van desde géneros literarios como la ficción breve y el cuento corto, la utilización de “loops” en música, hasta la publicidad del “mejor mejora mejoral”. Influidos todos por el arte sintético por excelencia: La poesía.

Mientras que la distancia entre publicidad y arte se acortan, los caminos de lo fragmentario entre el entretenimiento y el arte se bifurcan ostensiblemente. El entretenimiento, tiende a alargarse en el tiempo por medio de la repetición, el arte tiende a ser cada vez mas corto.

La obra de arte, que estimula la creatividad, imaginación y reflexión, y que inherentemente induce al análisis de su estructura y al despliegue de sus elementos y de su concepto mismo. Ahora requiere de una precisión casi publicitaria para “tocar” la sensibilidad del lector. En tanto que la publicidad, cada vez se sirve más del arte para expresar su mensaje, sin embargo su tendencia es mas a lo científico, a la fórmula que garantice que se va a vender.

El entretenimiento por su parte busca eso, entretener, matar el tiempo y vender. Basándose en la repetición incesante del fragmento hace que este termine mimetizándose con el consumidor y perdiendo totalmente su sentido artístico. El entretenimiento sobrevive por medio de implantes ilusorios de valor. El consumidor, a merced del poder del ritmo lacerante de un fragmento repetido mil veces, pierde su voluntad, y durante la realización de la “obra”, queda incapaz de la mínima chispa de análisis. (Para él consumidor, la película o canción del momento son las mejores de todos los tiempos, justificándolas con los mensajes publicitarios previos). Los lapsos de silencio en el entretenimiento, had hoc para la reflexión, inmediatamente son sofocados por otra dosis de estridencia. Así, uno tras otro, el bombardeo del entretenimiento puede hacer que el tiempo y la reflexión se acorten. El entretenimiento intenta contar una historia que no tiene historia, que simplemente es ilusión subjetiva.

Poder a control remoto.

Hipnotizado por el ritmo incansable de anuncios publicitarios con el mensaje de “voluntad de poder” y eterna lucha en el campo de las relaciones de dominación, busco porfiadamente tener el control de las cosas que me rodean. ¿Por qué dominar solamente en un lugar o una cosa, si con la tecnología se puede dominar en varios lugares y a varias cosas al mismo tiempo?

Tengo a la mano el control remoto de mi televisión, aplasto sus botones desaforadamente, busco encontrar la respuesta a mis ansias de poder. Yo mando. “Tengo el control, yo decido que ver y que no ver”. Pero ¡Oh! Paradójica realidad, todo es lo mismo, no hay nada que elegir.

La realidad virtual ejerce sobre mí su influjo. Y caigo en su trampa. No soy yo el que ve a la televisión, sino que a través de ella son observados, mis actos y mis reacciones supervisadas incluso hasta la “verificación”. El control remoto no es mas que el anzuelo y para estar a la altura de las circunstancias para integrarme a un mundo virtual. Desde el más allá dicen: “tú tienes el poder-control”- y mandan: “!Ejércelo!”, y yo obediente tomo mi control remoto y entro al juego. Posteriormente hay mensajes que dicen: ”La carencia del control, por descompostura, extravío o por no estar al alcance del bolsillo, reduce a mera carne”… Aunque claro, después de que seas exiliado, siempre hay prebendas, préstamos y créditos por las cuales pueda uno insertar de nuevo a la virtualidad. ¿y tú, ya tienes tu control remoto?